domingo, 15 de abril de 2012

LA ETERNA REESCRITURA MEDIÁTICA

Game Change, 2012 (HBO)

Lo que ocurriera o no ocurriera en la campaña a la Presidencia de los Estados Unidos en 2008 ya no importa nada en términos de Historia Contemporánea a tinta impresa (o Wikipedia); lo único que ha acabado por tener interés es su proceso comunicativo, aquel que empezó hace cuatro años con unos acontecimientos que han ido mutando, una y otra vez, a través de diversos tratamientos ficcionales para terminar configurando una leyenda que sólo existe dentro de un bucle de reescritura infinito.


El pasado 10 de marzo, HBO estrenó el telefilm Game Change, adaptación audiovisual del libro con el mismo nombre escrito por los periodistas políticos John Heilemann y Mark Halperin, basado a su vez en la rumorología y los testimonios de más de 300 personas que estuvieron involucradas en la campaña electoral que puso a Barack Obama en la Casa Blanca.

El relato nos muestra lo que ocurría en las entrañas del partido republicano cuando los asesores políticos aconsejaron a John McCain presentar un ‘cambio de juego’ que les pusiera en competición con la promesa de renovación que había lanzado la oposición al proponer a una mujer, Hillary Clinton, y a un hombre de color, Obama, como candidatos a las primarias de su partido.


De la noche a la mañana, literalmente, los republicanos encontraron un vídeo de Sarah Pallin en YouTube y en un par de días la senadora de Alaska era presentada al país como la primera mujer en postularse al cargo de la vicepresidencia de los Estados Unidos.

Mientras la nación la celebraba como icono mediático, gracias a su capacidad de oratoria para revolucionar a las masas a través de discursos populistas, los miembros de su propio partido se echaban las manos a la cabeza al ir descubriendo que, más allá de sus cualidades interpretativas, Pallin no tenía ni el conocimiento ni la experiencia para encabezar un país. Ella ni siquiera sabía que Corea del Norte y Corea del Sur eran dos países diferentes.

Game Change ofrece tanto una crítica sobre la publicidad y el espectáculo en que se ha convertido la política contemporánea, donde lo único importante es sumar votos, como un acercamiento humano a la figura de Sarah Pallin en tiempos del periplo al que tuvo que hacer frente como candidata, madre, esposa, creyente y estrella del directo.


Hoy, cuatro años después, se sigue hablando de este tema a través de actualizaciones ficcionales que se van encadenando las unas con las otras y que nos han sentado en primera fila para contemplar un agujero negro que no es otro que el de la brecha entre la “realidad” y la conjetura narrativa donde lo interesante no es preguntarse ¿qué ocurrió?, sino ¿cómo van a contar esta vez lo que han dicho que dijeron que ocurrió?

La primera fase de esta cadena de relatos tiene lugar en la campaña electoral estadounidense de 2008. Lo que ocurrió de verdad y lo que sólo saben sus protagonistas sería el primer eslabón. El segundo se forjaría con la rumorología de las personas involucradas, de una u otra forma, en las filas del partido republicano.

La tercera historia se configuraría a partir de las conjeturas y crónicas de los grandes medios de masas y agencias de noticias del país, que plasmarían una visión de lo que estaba ocurriendo entre bambalinas. A partir de estas informaciones, los comentaristas y analistas políticos comunicarían una nueva recreación de los hechos, otro resumen subjetivo que nos llevaría hasta la cuarta parte de la cadena. Aquí tenemos que destacar el influyente papel que ejerció Saturday Night Live en la mediatización política, sobre todo con las imitaciones de Sarah Pallin y Hillary Clinton por parte de Tina Fey y Amy Poehler.


El quinto relato llegaría en forma de libro. Game Change fue publicado el 10 de enero de 2010 y en sus páginas se reescribía esta historia, una vez más, desde un nuevo punto de vista que había reunido mucha información a lo largo de los dos años transcurridos desde la coronación de Obama.

Por si no habíamos tenido suficientes actualizaciones, acaba de llegar desde HBO, como reescritura número 6, una adaptación de este libro que cuenta con un reparto más propio de una película de Ridley Scott: Julianne Moore, Ed Harris y Woody Harrelson. Y tranquilidad, que la cadena todavía no ha llegado al candado. Ahora estamos inmersos en plena séptima fase, esa en la que blogs y paginuchas como esta teorizan sobre el bucle repetitivo que ha configurado un relato interactivo muy interesante, el cual, con seguridad, aún no ha terminado de re-representarse.  


Game Change está recomendada para todos aquellos que quieran subirse al carro político que vuelve sobre sí mismo compulsivamente al más puro estilo Lost, y, sobre todo, para aquellos adictos a la autoflagelación  derivada de la reflexión sobre la voracidad de los medios de comunicación. Viendo la película de HBO uno se pregunta: ¿cómo es posible que pasen estas cosas en plena era de las hiperfacilidades tecnológicas?

En realidad, esto se puede responder con relativa facilidad. De dónde saca Juliane Moore su talento es, de lejos, mucho más intrigante.

lunes, 26 de marzo de 2012

LA SALUD DE LA (AUTO)PARODIA

2ª Temporada. Portlandia, 2011 - 2012 (IFC)

Los fumaderos de opio proliferaron a lo largo de Estados Unidos en la década de los cuarenta. La expresión to be on the hip, algo así como estar en la onda, se convirtió en el coloquialismo de referencia de esa parte más inquieta de una juventud abocada al desencanto. El fumador de opiáceos se recostaría sobre su cadera (hip) para sumergirse en su mundo interior a través del humo interestelar.


Esos jóvenes cool de los 40, los hipsters, no trataban de salvar la sociedad, sino que buscaban  formas de escapar de ella. Frente a una adultez que se antoja vacía y rendida al conformismo, el adolescente, intentando encontrar otras rutas, diría no al sistema y sí a si mismo.

Si esos hipsters hubieran nacido en la década de los treinta, en lugar de en los años cuarenta, hubieran sido marxistas; en los cincuenta  hubieran sido beatniks; en la década de los sesenta les hubieran llamado hippies y en el 2012 harían todo lo posible por encontrar una propiedad que alquilar en las calles de Portland.

La televisión ha encontrado un hueco para actualizar la comedia y empaparla de apuntes sociológicos mucho más contemporáneos en Portlandia. Estrenada en 2011, la serie de IFC nos traslada a la capital de Oregón, un lugar tan alternativo que los propios jóvenes se van allí a retirarse. En sus calles el sueño de los 90 sigue vivo.


Creada por Fred Armisen, miembro de Saturday Night Live desde 2002, y Carrie Brownstein, vocalista – guitarrista de Sleater Kinney, Portlandia ha venido a autoparodiar, y homenajear al mismo tiempo, al moderno conceptual a través de aspectos y temáticas bastante reconocibles como la permacultura, el feminismo panfletario, la ortorexia, el pose elitista de la crítica musical, la adicción a las series de televisión, la dependencia tecnológica o la obsesión por ser “diferente”. Aunque también a través de otro puñado de cosas mucho más absurdas (como debe de ser).

El Portland de Portlandia está en algún lugar indeterminado entre la ficción y la realidad. A golpe de sketch vamos conociendo a diversos personajes, todos interpretados por Armisen y Brownstein, capaces  de poner en relieve la topografía social que, si bien parece endémica de esta ciudad americana, en nada se aleja de comportamientos que podamos observar en nuestro entorno o nosotros mismos. Como comedia local funciona globalmente gracias a una ironía que ignora fronteras.


El único problema radica en la densidad de determinado humor cool y pretencioso que a veces se queda a medio camino y no funciona entre todos los espectadores. Ya de por si Portlandia es emitida por el canal de pago Independent Film Channel (una filial de AMC), dedicado a la difusión de contenido de culto con sabor indie. En otras palabras, se trata de una serie para un público no generalista.

La base de este humor de estar por casa tiene su génesis en ThunderAnt, un proyecto de sketchs para Youtube en el que Fred y Carrie trabajaban antes de dar forma a la serie de IFC. 

La primera temporada de Portlandia contó con seis episodios que fueron tanteando el terreno y probando suerte con diferentes gags, algunos muy cercanos al humor de otras grandes comedias de dúo como Little Britain
La recién finalizada segunda temporada ha aumentado el número de capítulos hasta diez y ha demostrado que sus creadores han encontrado la voz de la historia. Portlandia ha crecido mucho en esta segunda entrega y ha alcanzado cotas de lucidez desternillantes.


Como alicientes tenemos una conglomeración de cameos bastante peculiar. Por destacar a unos pocos: Eddie Vedder (Pearl Jam), Gus Van Sant, Kristen Wiig, Andy Samberg, Sam Adams (el alcade real de la ciudad), Selma Blair, Heather Graham, Edward James Olmos (Battlestar Galactica), Tim Robbins o Johnny Marr (The Smiths), son solo algunos ejemplos de las muchas y variopintas caras conocidas que se han acercado a las calles de Portland-Portlandia.

Con la tercera temporada ya confirmada para principios de 2013, IFC ha anunciado, además,  que tendremos dos episodios especiales durante la espera, uno para verano y otro en Navidad. 

Lo más interesante de este collage reside en la ambigüedad de su tono, donde los creadores han sabido asentarse en un binomio autoparodia–homenaje que se explaya en mostrar con gracia las urban realities, a través de una autocrítica que proclama a la inteligencia y al sentido del humor como las virtudes esenciales a subrayar en una lista de cualidades del siglo XXI. Su cabecera nos parece introducir en una serie mucho más "seria", al estilo How To Make it in America, que en la comedia vegana que en realidad es.


Cada generación de adolescentes traza su propio itinerario en la búsqueda de sentido y conocimiento. La forma y el color de cada revolución cambian de época en época, pero el fondo y el contenido de cada movimiento es siempre el mismo. La incertidumbre, el sin descanso, el hambre de justicia y significado han resistido hasta este 2012, donde el desencanto ha dejado de estar en los bordes para convertirse en un grito masivo.