miércoles, 8 de febrero de 2012

SERIES EN LIQUIDACIÓN

6ª Temporada. Skins, 2007 - 2012 (E4)


El problema de las series americanoides de instituto al uso (o sus fotocopias patrias) siempre ha sido el mismo: la obsesión por condensar infinitas tramas y conflictos en un puñado de alumnos a los que se les putea hasta límites de psicosis y que, para cuando llegan a la universidad, han vivido más que Charlie Sheen y Paz de la Huerta juntos a lo largo de todas sus vidas.


Estos folletines comienzan presentándonos a unos personajes claramente estereotipados cuyos hándicaps existenciales vienen a representar algunos de los problemas a los que, en teoría, se tiene que enfrentar el adolescente de a pie. Hecho que no deja de ser curioso si pensamos que, como poco, un 50% del público religioso de series como 90210 o Gossip Girl hace ya tiempo que pasaron la veintena.

La cierto es que el entretenimiento suele estar siempre más que garantizado, pero ¿hasta dónde es posible llevar esta concatenación de diferentes identidades en un solo personaje? La que al principio de la serie era “la embarazada” pasa a ser “la drogadicta” en el capitulo 5, para luego ir mutando a lo largo de la temporada en cantante, lesbiana, life-couching, asesina en serie, mamporrera, bipolar y call girl

Tanto para los que escriben estas series como para quienes las consumen, esta forma tan particular de contar historias sin frenos es una adicción divertidísima que, sin embargo, aniquila toda la esencia y el sentido de los personajes al pasar del tercer episodio. Los guionistas se olvidan del mensaje que querían propulsar en un principio porque están obsesionados en crear nuevas tramas escandalosas que redefinan a sus personajes y los impulse a enrollarse todos con todos

Esto lo debían de saber muy bien Jamie Brittain y Bryan Elsley cuando en 2007 crearon Skins. El reseteo que hace esta serie cada dos años, al eliminar a los protagonistas y a sus correspondientes intérpretes para estrenar cast nuevo, ha servido para evitar el agotamiento personajístico y para tratar multitud de temáticas, tanto contemporáneas como históricas, sin la obligación de deformar la esencia de estos adolescentes a través del sufrimiento desquiciado. 


Con su primera generación (1ª y 2ª temporada), Skins se convirtió en La serie de culto por calidad y mérito propio. Su mensaje caló entre gentes de todas las edades como la respuesta (bien entendida)  liberal y necesaria a todas esas series de instituto con gente guapa y adinerada. Sus protagonistas ya no eran alumnos populares, al contrario, formaban parte de lo que algunos definen como “la contracultura” y tenían problemas que se supieron dilatar y tratar con grandes dosis de drama, comedia y realismo mágico. Pero más importante aún: lo supieron hacer sin llegar a perder el origen de los personajes y la voz de la serie.

Skins ha sido tan grande precisamente por eso. Desde el primer episodio, su personalísima voz nos ha ofrecido el retrato de una juventud mucho más cercana y contemporánea que con la que estábamos acostumbrados a conformarnos. Ese grito alcoholizado nos ha permitido explorar algunos temas como la depresión, la bulimia, la promiscuidad compulsiva, la incapacidad de amar, el miedo a crecer, la orientación sexual, la incomunicación familiar o la violencia social. Todo desde una perspectiva nueva que ha irradiado creatividad y momentos inolvidables


La generación de personajes que recorren las dos primeras temporadas estuvieron en estado de gracia debido a la comunión de un guión originalísimo, un discurso personal en extremo, unos actores rebosantes de talento, una focalización muy detallista que centraba cada capítulo en un protagonista y un tratamiento de las situaciones cómicas y dramáticas que se desarrollaban, a la par y con soltura, entre lo cotidiano y lo alucinógeno

Cassie y Chris traspasaron su historia a otros inquilinos a los que se les encomendaba una difícil tarea. Skins conservaría su universo diegético intacto: lugar, tiempo, ambiente, historia, ritmo, narración, fondo y forma. Todo se mantuvo tal cual a la espera de que Effy Stonen repoblará Bristol con nuevos protagonistas cuya misión de mantener la serie a la altura y la anchura de la primera generación se antojaba difícil y desconcertante.


Era inevitable que en ese traspaso se perdiera parte de la vitalidad de la historia. El relato se desinfló ligeramente con la salida de los primeros moradores de la serie, aunque esto era una consecuencia inherente al proceso de traspaso. Los escritores supieron construir una nueva voz para la segunda generación (3ª y 4ª temporada) y nos ofrecieron un cuadro de relaciones entre personajes, si bien no tan cómico como en las dos primeras temporadas, más interesante y potente todavía.

Soy de la opinión de que la primera generación de Skins fue la mejor. Sin embargo, el mejor personaje de la historia hasta la fecha ha sido James Cook. Su papel a la deriva entre los excesos, la soledad y la violencia nos regalaron tramas y momentos de gran intensidad y aplauso. Con el final de la 4ª temporada nos volvían a entrar dudas cuando los creadores anunciaron que la serie se traspasaba otra vez.


La tercera generación de Skins no ha estado a la altura, lo que no quiere decir que haya sido mala, sino que no ha sabido alcanzar los niveles de grandeza de sus compañeras. El problema está en que con el paso de los episodios no nos hemos ido sumergiéndonos en la historia ni preocupándonos por sus personajes. Es como si esta vez Skins tuviera sólo eso, piel, pero careciera de huesos, músculos y terminaciones nerviosas. La sensación general después de cada visionado es que han presentado tramas interesantes y que ha habido momentos de lucidez, pero cada episodio acaba sin pena ni gloria, sin desarrollar las tramas, sin sorprendernos ni emocionarnos del todo. 

Uno de los principales motivos de este debilitamiento ha sido la interpretación. Esta generación cuenta con mucho talento pero hay unos cuantos que chirrían (Sean Teale). También el hecho de que la cuarta temporada acabara de forma tan abstracta y violenta llevó a los guionistas a perfilar una 5ª entrega más domesticada y con muy poca cafeína. Faltaron muchas cosas y, como consecuencia, este sexto año se está perfilando como todo lo contrario. Tanto es así que los actores han comentado que este año Skins va a ‘pushing boundaries(forzar los límites), lo que no sabemos si es una simple estrategia de marketing o de verdad han trabajado con esmero para ofrecer un espectáculo con excesos inteligentes y consecuentes.


El tráiler nos permite echar un vistazo a lo que vendrá y parece querer subrayar incesantemente el exceso con el que nos deleitarán: parece una mezcla de películas como Kids, Brick y Crash. Da la sensación de que Skins ya no va a traspasarse más, sino que en la serie están de liquidación y quieren darnos unas últimas horas llenas de sangre, tetas, cadáveres y ketamina. Ya veremos si este ‘pushing boundaries’ es algo más que una herramienta publicitaria.

Aunque tengo miedo de que Skins eche el cierre pareciéndose cada vez más a esas series americanoides de instituto contra las que surgió en sus orígenes, tengo que decir que los tres episodios emitidos hasta la fecha han mejorado considerablemente en comparación con la temporada anterior y prometen revitalizar un poco la estructura ósea del relato

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