miércoles, 16 de noviembre de 2011

BOTONES DE RESET Y UNIVERSOS EDULCORADOS

4º Temporada. Fringe, 2008 – 2011 (FOX)


Explicar lo inexplicable es muy complicado. En Fringe lo saben muy bien y por eso se dedican a algo que nadie sabe hacer mejor: revelar lo imposible y luego explicar con metáforas sencillas y curiosas procedimientos científicos que podrían llevarnos a comprender esas revelaciones imposibles.


Así, tenemos a Peter Peter Bishop viajando a un futuro apocalíptico mediante una máquina fabricada antes de los dinosaurios. ¿El resultado? La unión de los dos universos que conocíamos hasta ahora con el propósito de su coexistencia pacífica. ¿Tiene esto algún sentido? En principio no, pero para eso contamos con Walter. Con un regaliz y una lata de Pepsi él es capaz de representar la teoría de la relatividad y hacernos entender el nuevo rumbo que ha podido coger la serie, o, en su defecto, ablandarnos el corazón y convencernos de que, en realidad, la ciencia no importa un carajo

Y es que Fringe ha ido deconstruyendo lo paranormal (y también lo sentimental) a través de un laboratorio con vaca incluida. Pocas series hay en la actualidad con un nivel de prestidigitación narrativa tan experimental y con argumentos con tanta vocación de reinvención.  


Ahora bien, ¿cuáles han sido las consecuencias del final de la tercera temporada (mencionado anteriormente)? A nivel de comodidad narrativa hay algo claro: se ha creado una especie de parque temático subterráneo que comunica ambos universos. Ya no hay necesidad de que Olivia viaje mentalmente a la tienda de souvenirs, ni de que Walternate secuestre a Peter, ni de que Massive Dynamics nos preste artilugios de menaje paranormal para cruzar entre los dos mundos. Antes era difícil, peligroso y coñazo. Ahora hay un complejo con dos salidas, una a nuestro universo y otra al universo B. 

Eso está muy bien, pero ¿qué ha pasado realmente después de que Peter fuera borrado de la línea temporal? Pocos datos tenemos por el momento. Parece como si la serie hubiera aparcado la mitología en algún descampado para seguir ofreciéndonos capítulos autoconclusivos que poca chicha aportan a la trama principal. 
Por este lado, lo que llevamos de temporada va defraudando un poco. No se han explicado de verdad las consecuencias del suceso y la historia no ha avanzado mucho. Peter ha vuelto, pero la forma en la que lo trajeron de vuelta se me antojó un poco facilona y sin sentido. ¿Para eso tanto drama y desconcierto? ¡Si luego aparece en pelotas en el lago Reiken, así por la cara!


También es cierto que digo todo esto con la boca pequeña. La investigación de lo sobrenatural nunca ha sido en Fringe una excusa para el todo vale. La serie ha ido mostrando su núcleo muy lentamente, una cualidad, esta de la lentitud, muy poco común (y muy poco valorada) en las series de ciencia ficción

Lo innovador de la serie de J.J. Abrams se encuentra en su propia estructura: en su origen comenzó con una historia que permutó a mitad del primer año. Al final de su primera temporada se plantó la semilla de la revelación que debía cambiarlo todo. Sin embargo, tardó mucho en dar frutos. Los brotes salían, poco a poco, para dar indicios cuando menos lo esperabas. Y fue pasado el ecuador de la segunda temporada cuando el mago mostró que sus cartas ya estaban medio crecidas. 
La segunda mitad de esa temporada fue un placer maravilloso que culminó con la traca y el truco definitivo. Fue entonces cuando, para explicar la vuelta de tuerca que había plantado a las dos Olivias en universos contrarios, el mago enseñó al público su chistera...


¡Cuál fue la sorpresa de los asistentes al comprobar que la chistera no era tal, sino más bien un extravagante sombrero con doble compartimento, bonito y de marca! Así, al comienzo de su tercer año la historia se dividió en dos series: una en los capítulos pares, cuyos sucesos ocurrían en un universo, y otra en los impares, cuyo relato transcurría over there. El resto de episodios, aunque no tan interesantes, estuvieron a la altura y mostraron cada vez más semejanzas con la fantasía lostiana. El final de la tercera temporada fue, en realidad, el mago presionando el botón de reset. ¿Estaba el mago borracho, cansado o, por el contrario, más inspirado que nunca?

Yo que soy un hombre de fe, creo en la ciencia de Fringe, tanto en la de la historia en sí como en la de los propios guionistas. Ellos sí que trabajan en un laboratorio donde la experimentación prueba fructífera, aunque también peligrosa. Es ahí donde reside la magia de la historia protagonizada por Anna Torv. Nos han traído hasta aquí por las sendas más interesantes, pero el recorrido no ha estado exento de incertidumbre. A menudo, como ya paso con Lost, nos cuestionamos si el destino será igual de bonito que sus múltiples caminos.


Confío en que la temporada, al igual que la serie en general, se irá desenvolviendo poco a poco para dejarnos saborear, con esa misma lentitud, un nuevo caramelo narrativo inesperado y delicioso. En mi opinión este cuarto año también está contando con numerosas virtudes. La historia ha adquirido un tono intimista y de introspección muy valiente en el mundo de la ciencia ficción. 

En general, las historias autoconclusivas han estado muy bien, destacando el 4x04 'One night in October', el 4x04 'Subject 9' y el 4x06 'And those we left behind'.
La incorporación de Lincoln ha sido un punto a favor, aunque el personaje interpretado  por Seth Gabel no ha aportado aún nada digno de mención y es un poco sosainas. Los nuevos Shapeshifters y la nueva máquina de escribir traen de vuelta la amenaza del mal y de un nuevo villano (que hacía falta para añadir un poco de tensión), aunque... ¿esto no lo habíamos visto ya?


En lugar de grandes intrigas y tramas, el inicio de esta cuarta temporada ha estado marcado por un detallismo inusual cargado de referencias. Pequeñas pistas para ir descubriendo qué paso realmente al final de la tercera temporada y cuáles han sido las consecuencias de los actos de Peter. También breves indicios de por dónde irán los tiros del final de Fringe con la presencia de los desfases temporales y diferentes deja vú que hemos ido experimentado a lo largo de estos primeros capítulos. 

En definitiva, un comienzo tranquilo, elegante y prometedor, aunque también un poco edulcorado de más. Necesitamos más porque tenemos muchas preguntas. ¿Habrá más catfights entre Bolivia y Olivia? ¿Por qué nadie parece saber quiénes son los observers? ¿Acaso hay más universos y, por consiguiente, más y más Peters y Broyles? ¿Algún día conoceremos la vida privada de Astrid? ¿Por qué esta muriendo el universo de over there? ¿Por qué John Noble no está arrasando en los Emmys y en los Golden Globes y en...?

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