miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA PRINCESA DE FACEBOOK Y EL MARRANO

Black Mirror. Parte I: The national anthem, 2011 (E4)

La Infanta Cristina ha sido secuestrada. Un video de Youtube reclama que, para su liberación, Mariano Rajoy deberá hacer el amor con un cerdo en televisión. Así comienza el primero de los tres episodios autoconclusivos de la miniserie británica Black Mirror (sólo que en Londres y en un mundo, por supuestamente, ficticio (o ficcionado)). 


The National Anthem es el título de esta primera entrega de la historia escrita por Charlie Brooker, el mismo que 3 años atrás nos deleitó con la apocalíptica Dead Set. Aquella serie, también emitida por E4, nos presentaba una Inglaterra invadida por zombies, donde los únicos humanos no infectados se encontraban dentro de la casa de Gran Hermano, ajenos a toda información y, por tanto, en total desconocimiento de la amenaza que corrían sus vidas y la existencia de la raza humana.

Esta nueva incursión televisiva nos ofrece otro argumento colmado de creatividad y cuya esencia nos incita a reflexionar sobre el papel que Internet y los medios de comunicación de masas desempeñan en nuestra sociedad y en nuestras vidas privadas. 


La princesa Susannah ha sido secuestrada por un grupo terrorista desconocido. Para su rescate, la única forma de que sea devuelta con vida, requieren que el Primer Ministro británico practique el coito con un cerdo, en horario de máxima audiencia para que lo vea el mundo entero. 

Black Mirror muestra un genial retrato sobre cómo ha cambiado el cuento con las tecnologías de la información. El Primer Ministro quiere controlar la situación prohibiendo a las cadenas de televisión emitir el video del secuestro para que la información no llegue al conocimiento de los ciudadanos, pero es demasiado tarde. El clip se ha reproducido en Youtube a la velocidad de un rumor en la plaza del pueblo. La proposición zoofílica es trending topic en Twitter


En 1976, Sidney Lumet dirigió Network ("Un mundo implacable"), cínica película sobre la decadencia moral y ética de las televisiones, las empresas y los telespectadores. El presentador Howard Beale abre su noticiario diciendo que se va a suicidar en plató. El programa va a ser cancelado debido a los bajos índices de audiencia y, en consecuencia, él va a acabar con su vida en directo. Black Mirror recuerda un poco a los recorridos narrativos y al ambiente que se bosquejaban en este film. La sociedad reunida en torno al televisor, pendiente del profeta y formando parte de la historia en directo

El sensacionalismo y el mal gusto de los contenidos televisivos nos hacen repudiar la pequeña pantalla, pero, a la vez, son la droga inducida que también nos hace encenderla de nuevo. En un negocio donde todo vale en el “todo por los ratings”, ¿cúal es el límite?, ¿dónde está el límite?, ¿quién es el límite?, ¿qué es el límite?, ¿puedo invitarte a una copa, límite?


Los personajes de Black Mirror están pegados a la pantallas. El sentido de falsa comunidad aumenta y estalla ante la desgracia y la carcajada ajena. Pero es que, ¿quién no vería la televisión si su presidente fuera a copular con un cochino? 

El guión ha sabido recoger muy bien el uso que de los gadgets hace el usuario medio, pero también el periodista de primera fila. Muchos de ellos ligan mandándose fotos picantes con el Iphone, algunos dejan de trabajar para acoplar su cabeza en la caja tonta, otros hacen reportajes con el Smartphone, y los hay que, al borde de la desesperación, recurren a los efectos especiales, los sonidos de alta frecuencia y la realidad virtual para intentar esquivar la petición del pueblo. Sin embargo, no hay atajos que valgan. Hasta la princesa favorita de los británicos es comúnmente denominada como the Facebook Princess.

Este primer episodio ha sido Brutal. The National Anthem es un verdadero ensayo audiovisual. La parodia estremecedora que se salpica sobre la clase política viene a cerrar un año en el que esta temática no ha podido estar más de actualidad en Gran Bretaña. 

Este 2011 a punto de terminar ha visto como UK se organizaba en la insurrección. Los disturbios que comenzaron en Londres a principios del pasado Agosto empezaron como una protesta puntual contra las fuerzas policiales. Sin embargo, a través del BlackBerry Messenger y las diversas aplicaciones de las telecomunicaciones móviles, miles de jóvenes se lanzaron a una anarquía mal entendida desatando un caos de pseudo-ciencia ficción donde lo que era protesta antiracial acaba por deformarse en un "Sálvese quien pueda" y, mientras tanto, roba todo lo que pilles. 


ESPOILER El desenlace de esta primera parte de Black Mirror poco tiene que ver con células extremistas. En todo caso, podríamos hablar de un terrorismo cultural. La princesa de Facebook estaba retenida en la Tate Modern. Ella ha sido la pieza clave de la gran performance del Siglo XXI...

Y tú, ¿cuántas pantallas tienes en tu vida?

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