viernes, 2 de diciembre de 2011

RELATOS PRIMIGENIOS DE UNA NACIÓN SIN PÓLVORA

Hell on Wheels, 2011 (AMC)

Un trágico antihéroe camina solo, tirando de su caballo. Ambos están exhaustos y ensimismados. Sus pasos no sólo buscan agua turbia que calme la alucinación. El ansia de oro en una tierra prometida, tras la Guerra de Secesión, en la que se está construyendo el mito de la civilización, viene a retratar un paisaje de depredadores sin ley y violentos apaños. 


Hell on Wheels, creada por Joe y Tony Gayton, viene a contarnos el relato del eterno hombre de ninguna parte, sin raíces, sin dinero, sin amantes, sin amigos, aunque con algo de alma y pólvora en los bolsillos. Su razón de ser viene motivada por el deseo de venganza. Cullen Bohannan debe encontrar a los culpables de la muerte de su mujer, el único vínculo que le mantiene con vida y le otorga licencia de simpatía. 

La década de 1860 es, por tradición cinematográfica y por importancia histórica, uno de los periodos más interesantes, excitantes y oscuros de explorar en una ficción audiovisual. La fundación de la sociedad capitalista que lo depreda todo, el violento conflicto entre caos y civilización, la etapa embrionaria de las leyes (o la falta de ellas), el vampirismo de la religión, la explotación de petróleo, el racismo… Todos estos elementos suelen componer un potente cuadro que nos hace mirar hacia atrás para entender hasta donde hemos llegado. 


Podemos citar, entre otros muchísimos, títulos de una importancia capital como “El tesoro de Sierra Madre”, “Gigante”, “Avaricia”, “Los vividores” o la más contemporánea “Pozos de ambición”. La unión de este fascinante periodo temporal con la firma de la cadena AMC, cuya totalidad de producciones, Mad Men, Breaking Bad, The Killing, Rubicon, The Prisoner y The Walking Dead,  han sido elogiadas ampliamente por la crítica, parecían avalar el estreno de esta serie como el evento de la temporada. Todo ello sin apenas haber podido ver el episodio piloto.

Quizás es pronto para decir, con sólo 4 capítulos, pero Hell on Wheels es un relato carente de sustancia. Hay falta de ritmo, de carisma en los personajes, de tensión en las escenas, de tramas interesantes, de diálogos elocuentes, de comentarios irónicos. 
Por el contrario, sobran primeros planos de caras enfadadas, fotografías crepusculares que no congelan instantes, argumentos inconexos y actores que sobreactúan. 


Hell on Wheels no parece enmarcar ni caparazón ni esencia. Lo que nos cuenta es algo que hemos visto muchas veces, sólo que, esta vez, bajo formas menos imaginativas. Sin ir muy lejos, Deadwood e, incluso, Justified ofrecen aportaciones al género del western televisivo mucho más notables.

La escena inicial del piloto, en el confesionario (con la patada incluida tras el tiroteo), parece una parodia de lo que, supongo, querían contar en un principio. Algunos momentos claves, como la masacre del primer capítulo o la huida del protagonista del vagón en el segundo, están narradas con cero capacidad de atractivo y/o suspense. 


Hay muchos detalles por los que el relato se podría despistar de vez en cuando: los mitos históricos de la posguerra americana, los cimientos de la sociedad moderna, la voracidad extrema de una ley de improvisación o las morales putrefactas del nuevo mundo. Sin embargo, la nueva serie de AMC se centra en la historia de la construcción del primer ferrocarril transcontinental y en la venganza descafeinada de su protagonista, sin incitar a mucho más subtexto.

Las primeras entregas sí parecen apuntar hacia algunas tramas de interés. La relación entre el vengador y el trabajador de color nos muestra ciertos aspectos de la esclavitud y la problemática racial tras la guerra. El odio y la misantropía siempre ayudan a configurar una atmósfera ambigua e inquietante, en la que al individuo no le queda otra que huir hacia delante y tener grandes expectativas de convertirse en un hombre rico y poderoso. 


La apuesta de AMC por esta visión del punto muerto entre el viejo y el “nuevo” mundo se despliega fuerte en la forma pero vacía en el contenido. Esperemos que la historia arranque en algún punto y el verdadero conflicto entre indios y vaqueros tenga algo más creativo que contar. Por el momento, Hell on Wheels es el relato de un historia mal construida. Debe ser el primer chasco de la cadena infalible. Nadie es perfecto. 

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