sábado, 31 de diciembre de 2011

HACER REÍR DESDE LA OSCURIDAD

Cuando en 2010 Edie Falco ganó el EMMY a la mejor actriz cómica por Nurse Jackie dijo“Oh, this is just the most ridiculous thing that has ever happened in the history of this awards show…I’m not funny!”. Razón no le faltaba, si bien la serie de Showtime es recomendablemente divertida, el mérito es de los personajes secundarios, porque el peso dramático recae, casi por completo, en la protagonista. ¿Quién cree que Jackie provoca risas cuando casi no provoca ni simpatía? 


En un paisaje televisivo en el que las comedias puras son casa vez menos abundantes están proliferando, de forma exitosa, los llamados dramedias. Ahora bien, dentro de este híbrido abárcalo-todo nos encontramos con otros subgéneros y otros patrones narrativos en los que la mezcla complicadísima entre drama y comedia presenta numerosas diferencias entre unos y otros.

¿Cuál es la fórmula del éxito de esta vaga etiqueta que llamamos “dramedia”? Su concepción de la vida es la que más se aproxima a lo que algunos llamarían “el mundo real”, ese lugar donde luces y sombras se intercalan azarosamente. No es ni un lugar tan oscuro como el universo que se presenta en Boss, ni tan cómico como el que nos ha regalado Tina Fey en 30 Rock. Es la intersección arriesgadísima como producto final de cara a una audiencia, pero la fórmula mágica que condensa todos los estados de ánimo del creador.


¿Es fácil, y posible, escribir un largometraje dramático y, a pesar de estar radiante, lleno de vitalidad y con ganas de cachondeo, ceñirte a lo largo de un año (o el tiempo que tardes en concebir una obra) a ese estado existencial grisáceo? O, al contrario, estar sembrado de chistes constantemente, pase lo que pase, sin perder un ápice de comicidad aunque tu situación te fuerce a ir en la otra dirección. ¿Es el drama y la comedia, en realidad, una misma cosa? ¿Es el drama un refinamiento solemne de la risa, y la comedia una broma sobre las oscuridades del ser humano?

Esta dicotomía de acero inoxidable existe desde tiempos inmemorables y es la marca de fábrica de la comedia en la historia del audiovisual. Max Linder, prácticamente el primero de los actores en inaugurar el star-system de la comedia cinematográfica, dedicó su vida a sentar muchas de las bases del género. Al terminar, minado por una tuberculosis favorecida por el consumo habitual de cocaína y alcohol, y sumido en una profunda depresión, obligó a su esposa a drogarse con él para luego abrirle las venas y suicidarse de la misma manera el 30 de octubre de 1925.


Otro de los grandes cómicos de la Historia del Cine, Harry Langdon, dijó un buen día: “En el mundo hay pocas cosas tan trágicas como filmar películas divertidas”. Muchos autores de la actualidad han sabido plasmar estos interrogantes tan retóricos, y digo retóricos porque más que cuestiones de género son dilemas existenciales, con reflexiones interesantísimas.

Funny People, la última película dirigida por Judd Apatow, se ciñe a este aspecto a través de la historia de un famoso cómico y monologuista americano (Adam Sandler) cuya auténtica personalidad dista mucho de la rutina de la comicidad. Su alma se ha degradado hasta bordes casi irreversibles y parece que la risa es la única forma de esconder la amargura.


En los últimos capítulos de Studio 60 on the Sunset Strip, Aaron Sorkin nos apuntaba en la misma dirección. Su reflexión nos hacía cuestionarnos si es posible hacer comedia desde la depresión, la adicción a las drogas o las profundidades del desamor. ¿Cómo hacer reír cuando tu país acaba de sufrir el mayor atentado de la historia contemporánea occidental? ¿Cómo hacer reír cuando hace dos meses que no levantas cabeza?

¿Es fácil mantenerse estable en el paraíso de la carcajada con los tiempos que corren? Sarah Silverman, otra de las cómicas más populares del panorama estadounidense actual, opina que no, aunque para ella no hay otra opción. Tras declarar públicamente que sufre una depresión crónica y que nunca tendrá hijos, ya que no quiere que ellos hereden su enfermedad, continua ofreciendo algunos de los sketches más divertidos que se recuerden en programas como el de Jimmy Kimmel. De hecho, la comedia es su único medio de salvación para seguir hacia adelante. En Youtube podemos encontrar videos altamente graciosos pertenecientes a su serie The Sarah Silverman Show, a la vez de que te puedes topar con su videoblog en el que se explaya en lo agridulce. 


Drama y comedia conforman un sistema bifásico en el que los géneros están tan mezclados que es difícil discernir las fronteras. Se me ocurren un puñado de comedias puras, maravillosas por cierto, aquellas en el que en su universo de ficción sólo hay sitio para los aspectos festivos y humorísticos con un desenlace feliz. Saturday Night Live, Modern Family, Come Fly with Me, Parks and Recreation, 30 Rock, The Office, Community, Bored to Death, PortlandiaParty Down… ¿Podemos atisbar en ellas algún síntoma dramático?
En casi todas, el absurdo es la quintaesencia de la comedia actual. No hay hueco para ninguna sombra. Su único propósito es hacernos reír y consiguen que el drama no se filtre por ningún recoveco. Gracias a ellas, el mundo es, por capítulos, un lugar mucho mejor.

Los dramedias no son todos iguales. Tenemos comedias mordaces que se recrean en el asco existencial, suelen ser relatos sarcásticos donde hay tragedia, pero ésta es sólo el macguffin para burlarse de todo, de nosotros mismos. El drama está en la aceptación de este mundo disfuncional, pero predomina el posicionamiento cómico frente a las adversidades y las imperfecciones, la sonrisa negra lo eclipsa todo. Tenemos Weeds, WilfredThe Trip, o las autoficciones Louie y Curb Your Enthusiasm.


Hay tragedias con arquitectura cómica, como ocurre en Skins, The Big C o Enlightened. Se trata de historias dramáticas que recurren a estas vías de escape para aligerar el ambiente. La comedia aporta un poco de luz en estos relatos tan necesitados de un poco de ironía para seguir adelante. No sé quién tuvo la idea de otorgar el EMMY a mejor actriz de comedia a Eddie Falco. La protagonista de Nurse Jackie es la antitésis de lo gracioso. Su serie representa la ambigüedad máxima en la hibridación de géneros. Quizás en el drama más mundano está la carcajada más accesible.

La comedia, en cualquiera de sus representaciones actuales, está viviendo una época dorada en nuestras pantallas. De hecho, se esconde bajo formas insospechadas y donde nunca te lo esperarías. Quizás, después de todo, esté en todas partes. Y, sino lo está, debería.
Espero que el 2012 se esfuerce por mantener este nivel. Falta nos va a hacer. Sea cual sea el grado de comedia que ha habido en tu vida en 2011, no pierdas la esperanza. Cierra los ojos. Piensa en estas nuevas deidades contemporáneas. Rézale a Tina FeyTed Danson, Larry David, Fred Armisen o Kristen Wiig.

2012 será un dramedia, pero en muchos momentos tendremos que esforzarnos por aportar un poco de luz a tanta frustración. Nada mejor que una buena historia con alguna dosis, la que tú decidas, de satisfacción cómica. ¡Feliz 2012!

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